viernes, 19 de junio de 2009

Pienso, luego existo.

El amor;oh!, con divino regocijo los poetas aclaman ese sentimiento, como procreador de la pasión y el fuego eterno. Alaban, su simétrica estructura: cada vocal en impares, y las consonantes en posiciones pares. Armonioso bate la lengua, la desgaja, la corta, la desarma, y por último la reverbera con una R seductora y ronronenate. Definen al amor, como padre de todas las cosas benéficas que le pueda pasar a un ser humano, fuente de plata llena de vino; bandeja de oro con arroz y trigo.
Los cuerpos de los amantes están vivos, se mueven, se retuercen, transpiran y gritan. En un segundo mueren un segundo, y resurgen gloriosos y exaustos de entre las olas de las sábanas. Descansan ya plenos, contentos, como niños sonríen, como niños son felices.
El amor!, oh!, el amor!. Divino regocijo de los poetas y enamorados. Yo no soy ninguno de los dos, herejes son mis palabras, vano mi sientimiento, vana mi verdad, vana mi existencia. Un laúd sin cuerdas, una hormiga que descansa.

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